Postal fotográfica del exterior de la ermita del Cid en 1930. Imagen que, posiblemente, vieron aquellos jóvenes en la primavera de 1938. |
En el Peirón número 24, primavera de 2014, se
publicó un artículo que relataba los combates ocurridos en el Vértice Barragán,
el 11 de mayo de 1938. Artículo reproducido posteriormente en el blog “El
Maestrazgo, donde el silencio del siglo XX perdura” y que ha sido visitado,
a fecha de hoy, por cerca de 2000 lectores. La información aparecida en ese
artículo ha servido para que diferentes familias se pusieran en contacto con el
autor, en relación con la búsqueda de sus familiares directos que murieron en la
zona de La Iglesuela y cuyos cuerpos todavía se encuentran enterrados por esos campos
y cunetas. Desde la fecha de la publicación del artículo se ha continuado
investigando y en breve se publicará un extensísimo trabajo histórico de lo ocurrido
durante el mes de mayo de 1938: De Cinctorres a Mosqueruela. La Batalla del
Vértice Barragán y el puente de La Pobla.
En 2004 el Gobierno de Aragón
comenzó a elaborar un censo de las fosas comunes existentes en la comunidad y en
La Iglesuela se registran tres entradas, cuyos datos se hallan reflejados en el
SIPCA DARA Memoria Democrática en la Web de Amarga Memoria. Éstas se refieren a
tres fosas: la primera en la zona de “Las Cabrillas”, la segunda en “El Tinte”
y la tercera en la Ermita del Cid. Si nos centramos en esta última entrada, aparece
la siguiente información:
Tipo de fosa
Víctima de combates.
De existir,
la fosa común de La Iglesuela del Cid se localizaría en los alrededores de la Ermita
de la Virgen del Cid.
Complicada investigación la desarrollada en
Iglesuela del Cid, donde primero hubo que vencer la actitud obstaculizadora de
un par de impresentables, para, más tarde, decidir hasta qué punto podían ser
ciertas las versiones recibidas sobre la posible existencia de una fosa común
en los alrededores de la Ermita de la Virgen del Cid. Ante la imposibilidad de
decidir si las informaciones son o no ciertas -algunos afirman categóricamente
que la fosa existe mientras que otros descartan rotundamente tal posibilidad-
hemos decidido tomar las coordenadas del campo lindante con la parte trasera de
la ermita, pero sería preciso utilizar medios técnicos adecuados para
establecer la realidad de los hechos. La fosa contendría soldados fallecidos
durante los combates desarrollados en la zona. La fecha es aproximada ya que
los soldados aquí enterrados fallecieron en el transcurso de los combates que
tuvieron lugar en la zona.
Es
de resaltar lo anotado por el equipo técnico que realizó el trabajo de campo: “…hubo
que vencer la actitud obstaculizadora de un par de impresentables para, más
tarde, decidir hasta qué punto podían ser ciertas las versiones recibidas sobre
la posible existencia de una fosa común en los alrededores de la ermita de la
Virgen del Cid.” Ciudadanos impresentables
siempre hay en todo los pueblos, ciudades y lugares, así como aquellos
que prefieren que los muertos se queden dónde están, sin medir las
consecuencias que esto puede acarrear a los familiares a los que, de una manera
directa, se les ha negado la posibilidad de dar sepultura digna a sus seres
queridos, así como a todos aquellos a los que les quitaron, por la fuerza, la voz
y la vida. Con
este artículo queremos poner luz sobre esta última fosa y explicar cómo el
trabajo de investigación ha dado con información bibliográfica y oral que
explica lo sucedido. En definitiva, de cómo y porqué podemos afirmar que sí
existe dicha fosa. El artículo que
presentamos ha sido dividido en dos partes, una primera cuya narración nos
adentra en el eje principal de la investigación y una segunda donde se indican
las fuentes de información
Ortofoto de la Ermita del Cid y donde el trabajo realizado por el SIPCA señala la posible fosa común. Y con punto rojo el lugar donde quedaron depositados los cuerpos. |
Primera parte. El Relato
"La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos"
Cicerón
La primavera de 1938 es anormalmente fría en el
Maestrazgo. Desde primeros de mayo viene desatado un fuerte temporal de agua y
nieve que azota toda la región y, a pesar de que dificulta las operaciones
militares de los dos ejércitos, el día 6 de mayo, los sublevados con entre 85.000
y 115.000 soldados (1), atacan con fuerza. Su objetivo es encerrar al Ejército Popular de la
República (2) en una bolsa entre el Pobo y Portell y dominar los empalmes de las dos
únicas vías hacia el Sur que quedan, en Allepuz y en La Iglesuela.
Para evitar
quedar atrapados el Ejército Republicano prepara un contrataque a cargo de las
Brigadas Mixtas 70 y 98 y el XVI Grupo de Asalto con la misión de tomar, en la
zona de Villarroya de los Pinares, la Menta y La Muela y dominar la carretera
entre Camarillas y Jorcas, en manos de los sublevados. El asalto se realiza el mismo
día 6 de mayo, pero la falta de apoyo aéreo y artillero lo aboca al fracaso y
el acceso por la carretera de Allepuz queda definitivamente cerrado para los
republicanos. Ahora mantener abierto el cruce de caminos de Iglesuela a
Vilafranca y a Mosqueruela se hace imperativo. Los republicanos ordenan la
retirada de todas sus tropas a nuevas posiciones sobre el eje de la carretera
Allepuz a Cantavieja y centran el esfuerzo en mantener abierta la única vía de
salida que queda, en La Iglesuela.
Portada del Diario Oficial del Ministerio de
la Guerra con el nombramiento deRamón Pinyol Saurent como Teniente en campaña. Número 89, página 96 |
El 6 de mayo el Teniente Ramón Pinyol
Saurent, con el batallón 525 de la 132 Brigada Mixta, llega a La Iglesuela
procedente de Cantavieja y rápidamente son desplegados en la línea del frente
con la orden de defender a ultranza la posición de la Ermita del Cid. Esa mañana, el Sargento del Tren de Combate de
la 132 Brigada, Antonio Roig Forn, al frente de una reata de mulos cargados de
provisiones sale temprano de Cantavieja y llega a La Iglesuela hacia el mediodía.
Se detiene en las eras cercanas y ordena a sus muleros almacenar las
provisiones en los pajares ahora vacíos.
Después encaminan los animales por la
carretera de Morella en busca de un lugar más abrigado y, mientras bestias y muleros
descansan, Antonio Roig marcha en busca del Comandante y el Comisario del 527
Batallón de la 132 Brigada para informar donde tienen que ir furrieles y
rancheros para recoger la comida de la tropa. El 527 Batallón que retrocede
hacia La Iglesuela por el camino de Portell está aún a bastante distancia y Antonio
Roig le da alcance justo en el momento en que la primera compañía con los jefes
en vanguardia rebasa Portell. Encuentra al Comisario y mientras habla con él,
el enemigo rompe fuego cerrado sobre ellos desde una loma cercana, escondidos a
unos 100 metros entre unos chaparros, al tiempo que por la carretera se les viene
encima un tanque disparando sin cesar. La emboscada provoca la desbanda entre
los soldados republicanos que corren en busca de refugio. Pero, los mandos se
reponen pronto de la sorpresa y organizan la defensa apoyando su flanco
izquierdo en la carretera mientras el resto de las compañías se extienden hacia
el este, hacia los Mojones. Ante la presión enemiga, el 527 Batallón retrocede
durante toda la noche desde Portell, unos 7 km y suben unos 300 m de altura, en
dirección a Iglesuela. Entretanto, Antonio Roig vuelve rápidamente hacia
Iglesuela, y mientras va quedando a lo lejos el ruido de la batalla, cae la
noche y comienza a llover intensamente. Para protegerse de la lluvia hace un
agujero en su manta e improvisa un poncho. Continúa caminando hasta llegar al
Mas de la Fresca, a la derecha de la carretera bajando a Iglesuela, donde por
fin encuentra refugio y puede pasar la noche, con otros milicianos, junto al
fuego del hogar. Al amanecer del día 7 regresa a los mulos y se reúne con sus muleros
para continuar la marcha hacia La Iglesuela. Desde aquí aún tiene una última
misión que cumplir y marcha a la Ermita del Cid, que se halla a poca distancia en
las cercanías del pueblo. Busca al Teniente Pinyol para informarle de donde puede
encontrar las provisiones para sus hombres. Lo encuentra nervioso y preocupado
porque durante la noche la Ermita se ha ido llenando de heridos y aun no paran
de llegar. La lucha en los Mojones está siendo feroz. Vuelve Antonio Roig sobre
sus pasos con la sensación de que los hombres que deja atrás tienen mala
salida. De nuevo en La Iglesuela al mando de la reata toma el camino de
Vilafranca y atraviesa el puente de Sant Miquel de la Pobla que separa Teruel
de Castellón. Mientras, los fascistas ocupan Portell de Morella y Las Albaredas.
Durante la madrugada del 7 al 8 de mayo y bajo
la persistente e intensa lluvia las Brigadas Mixtas 70 y 98 y el XVI Grupo de
Asalto se retiran hacia La Iglesuela, que, al poco de llegar y sin tiempo para
descansar, pasan a ocupar posiciones de combate.
La 98 Brigada Mixta lo hace a la salida de la carretera a Cantavieja y la 70
Brigada a retaguardia de la 116 y 132 BM, situadas en primera línea de fuego en
Loma Barragán, Loma Pablico y los Mojones. Los soldados, agotados por la lucha,
las continuas marchas a pie y calados hasta los huesos aprovechan las cercas de
piedra seca que allí abundan, y con los capotes y lo que pueden encontrar
construyen chabolas para refugiarse de la lluvia. Al amanecer del día 8 de mayo
las tropas fascistas inician el avance hacia La Iglesuela y pronto presentan
batalla en Las Cabrillas con los tanques italianos subiendo y bajando sin
oposición, con algunas pasadas de bombarderos italianos y mucha fusilería. El Teniente
Ramón Pinyol se asoma a la puerta de la Ermita y mira con preocupación hacia el
Norte, hacia los Mojones, de donde llegan el estruendo de la batalla y las
decenas de soldados heridos que en busca de refugio se van amontonando en el
interior de la Ermita. El edificio es un sólido y visible refugio en estas
montañas, y como si fuera un faro hacia él acuden instintivamente muchos de los
heridos. La mayor parte de ellos son de su brigada, la 132, que lucha
desplegada desde el puerto de las Cabrillas, Loma Pablico y los Mojones. El
Teniente Pinyol Saurent tuerce el gesto al recordar que hace poco más de un año
era ascendido a Teniente del escalafón de oficiales en campaña. No está mal
para un electricista del barrio de Sants de Barcelona, pero, desde que el marzo
pasado el Capitán León lo relevó y lo puso al mando de la 1ª sección de la 4ª
Compañía, los galones se han convertido en una pesada carga. La defensa de la
posición que ha planteado es deficiente, lo sabe, y está convencido de que si
presenta batalla los refugiados que se agolpan en la Ermita resultarán muertos.
Duda, y no sabe bien que hacer, pero intuye que la decisión que le ronda la
cabeza desde ayer no puede acabar bien. La batalla continua durante toda la
mañana. En este terreno desolado no hay sitio donde protegerse, el suelo es tan
pedregoso que con dificultad crecen algunos matorrales bajos, la lluvia tan
intensa que la tierra ya no absorbe más agua y el frío tan vivo que deja
ateridos a los más bravos. La línea del frente se ha borrado y se producen
frecuentes infiltraciones y escaramuzas entre los soldados de los dos
ejércitos. En Loma Pablico y en Los Mojones, defendidos por el 527 Batallón de
la 132 Brigada republicana, la situación es muy confusa. Nadie sabe dónde está
el enemigo y donde el camarada. Finalmente, el enorme temporal de aguas
favorece a los defensores republicanos e impide el avance de las fuerzas
sublevadas que no tienen otra opción que replegarse hacia Portell. Al mediodía
el frente se estabiliza al sur de esta población y el río Celumbres. Los republicanos
aprovechan la inesperada tregua para evacuar a los heridos y reforzar sus
posiciones.
Portada de manuscrito Mi trágica Guerra Civil ´ de Antonio Forn. Depositado en la Biblioteca Pública de La Roca del Vallès, Barcelona. https://www.bibliolaroca.cat/ |
A la llegada al Tinte, el
Teniente se presenta ante el Capitán León y, en presencia de su ayudante, José
Carreras (4), le informa de su decisión. El Capitán León, atónito, no entiende la
actitud de su Teniente y frustrado y furioso entra en cólera. Las órdenes eran claras,
defender la posición a toda costa. La Ermita del Cid es clave en la defensa de
La Iglesuela. Perderla es perder La Iglesuela y permite a los sublevados cerrar
por fuego la carretera hacia Vilafranca casi de inmediato y dejar atrapados a
miles de combatientes y civiles. Abandonar la posición sin una orden superior
es un acto de cobardía ante el enemigo, le grita al Teniente. Ni uno ni otro
dicen nada más, se miran en silencio, ira en los ojos del Capitán y resignación
en los del Teniente, y, allí mismo, el Capitán León desenfunda su Astra, apunta
y ejecuta al Teniente Ramón Pinyol Saurent. El ayudante, José Carreras, quiere
recoger del cuerpo caído sus pertenencias, sobre todo las cartas a su familia,
pero el Capitán León, aún furioso, se lo impide y le ordena que no toque nada,
que lo deje donde ha caído. Todo cuanto puede hacer José Carreras es mal
enterrarlo, cubriéndolo con piedras en una cárcava en el arroyo Fuente de la
Salud, donde desemboca al arroyo de San Juan, junto a El Tinte.
El día 9 de
mayo, sigue el temporal y el Ejército Republicano
continúa evacuando sin pausa. Se retiran, pero no abandonan el terreno que
sigue cubierto de algunas armas automáticas y grupos de soldados de
consistencia variable. Continúan viéndose hogueras, a veces en proporción
superior a la acostumbrada, y se registra algún fuego de ametralladora contra
las posiciones franquistas. Al mismo tiempo las Brigadas que defienden La
Iglesuela son reforzadas estos días con nuevos reclutas, en su mayor parte
chicos muy jóvenes sin formación ni experiencia militar. En estos días Mirambel,
Cantavieja y La Iglesuela ven pasar las tropas republicanas y los muchos
civiles que vienen mezclados con ellas. Agotados bajo la lluvia fría caminan en
una larga fila soldados de las Brigadas 6, 13, 16, 19, 28, 37, 39, 70, 83, 97,
98, 116, 117, 118, 127, 220, el XVI Grupo de Asalto y la 129 Internacional. La
mayoría de ellos fueron en su día milicianos de las columnas España Libre, Galán,
Torres Benedito, Hierro y Largo Caballero.
El mal tiempo impide actuar a la
aviación de los dos ejércitos. No pasa lo mismo con la artillería sublevada,
que sigue bombardeando con contundencia, mientras la republicana tan solo
dispone de dos baterías del 10.5 y una del 10.7, situadas en el camino de
Torrenueva y en el camino de la Fuente dels
Monllats, cerca de Vilafranca. Poca cosa para ser efectivas. Este día un fuerte
bombardeo artillero sobre La Iglesuela provoca una carnicería entre los nuevos
reclutas recién llegados para incorporase a la 132 Brigada Mixta. Solo
sobreviven ocho de un total de ciento veinte. Enrique Ros Tarragona, sanitario
de la 132 Brigada que estaba con ellos, es uno de los supervivientes, pero pierde
el contacto con su unidad y deambula desconcertado hasta que unas horas después
lo encuentran soldados de la 70 Brigada que lo repescan como sanitario para su 278
Batallón. Las Brigadas 116 y 132 siguen en primera línea de fuego en Loma Barragán,
Monte Pablico y Los Mojones. La 70 Brigada continua en las mismas posiciones a
derecha e izquierda de La Iglesuela en segunda línea, a escasos 400 metros de
la primera. Las frecuentes filtraciones enemigas provocan abandonos de
posiciones en puntos de la primera línea que la 70 Brigada tiene que cubrir sin
descanso, día y noche. Algunos flancos quedan sin cubrir, especialmente el
izquierdo que puede constituir un serio peligro.
En las líneas franquistas, las
fuerzas permanecen en las posiciones alcanzadas el día anterior y tan solo hacen
movimientos de tropas menores. Afianzan sus posiciones y acumulan más tropas de
reserva en la línea que va del puerto de las Cabrillas a la Rambla del Celumbres.
La Ermita del Cid sigue como la dejó el Teniente Ramón Pinyol. Ni los
republicanos ni los sublevados la han ocupado aún. Por el momento los heridos allí
refugiados han quedado olvidados de todos.
El 10 de mayo el tiempo mejora a
medida que pasa la mañana. La Iglesuela y Cantavieja se encuentran fortificados
y bien defendidos y esto obliga a los sublevados a maniobrar para apoderarse de
ellos. Las tropas sublevadas son reforzadas con la 55 División que ocupa sin
dificultad los pueblos de Las Planas, Luco de Bordón, Olocau del Rey,
Todolella, La Mata y La Cuba. El ala derecha de las tropas franquistas, apoyada
en el río de la Cuba, próximo a Las Albaredas, toma el vértice Montserrate al
otro lado del río y el Castellar, amenazando Cantavieja. El ala izquierda
continua por la rambla del Celumbres y consigue, con el 1º Tabor de Tetuán, tomar
la Cova Antola y el monte Pablico;
pero encuentran una fuerte resistencia en Los Mojones donde la 132 Brigada protegida
aún por el mal tiempo resiste y ataca con gran cantidad de armas automáticas y
ametrallamientos, apoyada por carros de combate y la escasa artillería. La
lucha es dura y feroz. Hacia el mediodía el tiempo mejora lo suficiente para
que la aviación italiana emprenda acciones de bombardeo intenso en el sector de
Portell, donde presionan durante toda la jornada y bombardean la Loma Barragán,
Peñarroya, la carretera que va de Portell a Cantavieja y toda la margen
izquierda del río Celumbres. Bajo la cobertura de los bombardeos, la V Bandera
de la Legión avanza a lo largo del barranco del Celumbre y ocupa Mas de la Pallaresa,
y la 5ª Bandera de Navarra se concentra frente al Masico la Penya. Desde estas
posiciones los sublevados avanzan sin novedad hacia la loma de las Cabrillas,
pero a las 17:30h, a poco de llegar, la aviación republicana bombardea la localidad
de Portell, el tráfico en las carreteras de Portell a Cinctorres y de Portell a
la lglesuela. Los aparatos republicanos sufren un nutrido fuego antiaéreo desde
una batería antiaérea al Este de Portell, cerca de la rambla de Celumbres, y
otra en las alturas al Noroeste de Portell, cerca del río de La Cuba. Por la
tarde, la aviación italiana bombardea al Oeste de la Iglesuela y las posiciones
de Vereda, Mas de Tosca y la carretera al Sur de Cantavieja y la zona
circundante.
La fuerte ofensiva enemiga, que, con aviación, artillería y
tanques ataca incesantemente durante todo el día obliga a la 70 Brigada, que
ocupa la línea de reserva, a pasar inmediatamente a primera línea. A pesar de
las numerosas bajas que sufren no ceden ni un palmo de terreno.
Aprovechando la
distracción creada por los bombardeos al Suroeste de la Iglesuela, los
sublevados toman, con el Tercio de Lacar, la desprotegida Ermita del Cid y el
8º Bon de América se infiltra hasta llegar a la Cueva de la Bonifacia, desde
donde puede batir la carretera de La Iglesuela y el cruce con la carretera de Mosqueruela.
Esa misma noche, a las 21:15 horas, la 70 Brigada recibe nuevas órdenes de su Estado
Mayor. “Con los batallones 278 y 279, desde la Cueva de la Bonifacia,
deberán contratacar con la misión de desalojar al enemigo de la Ermita del Cid.
Deberán actuar inmediatamente”. La avanzadilla del 8º Bon de América resiste
poco en la Cueva de la Bonifacia, que tienen que desalojar rápidamente ante la
llegada de los batallones republicanos. Poco después, esa misma noche y sin
resistencia, la 70 Brigada toma de nuevo la Ermita del Cid poniendo en fuga al
Tercio de Lacar. Cuando Enrique Ros, sanitario de la 132 Brigada y recuperado
para la 70 Brigada, llega a la Ermita del Cid queda consternado cuando ve que todos
los refugiados han sido asesinados a sangre fría. Heridos que no podían valerse
por sí mismos, indefensos y desarmados, acogidos a sagrado, son asesinados por
un Tercio de Requetés que presume de católico hasta el punto de llevar como nombre
de su unidad el de la Virgen de Lacar.(5)
Segunda parte. Fuentes de información
"No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser
incesantemente niño"
Cicerón
Son cuatro las fuentes escritas utilizadas para este relato: Antonio Roig, Enrique Ros (a través de Antonio Roig), Luís Hernáiz y Javier Nagore Yárnoz. Son fuentes primarias donde quedan bien reflejados estos acontecimientos. Para llenar los vacíos y lagunas existentes y que no aparecen en las vivencias de quienes estuvieron presentes se ha acudido a los partes de guerra de las unidades militares de ambos ejércitos. También han servido de guía y referencia las fuentes orales, y el Mapa de fosas comunes de Aragón.(6)
Antonio Roig Forn. Bombardeo de La Iglesuela (7)
(...) Precisamente, este buen amigo, en cuya compañía
había unos 120 chicos recién llegados para reorganizarla, a los que ni siquiera
había podido llegar a conocer, sufren en este día un terrible bombardeo que los
machacan y solamente quedan ocho de los componentes. Enrique Ros queda
desconectado hasta que fue "repescado" por una Brigada de Cipriano Mera,
y sigue con su puesto de sanitario, el que en todas partes le correspondía, ya
que anteriormente trabajaba en el Laboratorio "Sokatarg" (el que
fabricaba el famoso "Nogat"), y como es natural, ésta es, más o
menos, la especialidad suya, aunque de matarratas a salvar soldados va una gran
diferencia.
Antonio Roig Forn.
Los heridos en la Ermita del Cid y la muerte del teniente Pinyol: (8)
(...) Mayo 8 - A poca distancia de Iglesuela, hacia el este, se halla la
ermita de la Virgen del Cid y fuente del mismo nombre, en la cual descansó,
según la leyenda, Rodrigo Díaz de Vivar cuando pasó por estas tierras. Y
el Bueno de Pinyol era el encargado de la defensa de esta posición, ligeramente
dominante por el Barranco de la Fuente de los Sabores y del camino de la Viñas,
y en el interior de la ermita había bastantes heridos allí refugiados, como yo
pude ver al llevar el aprovisionamiento. La defensa de esta posición,
según parece, fue bastante deficiente y el capitán Lleó creía que tenía que
haberla defendido a ultranza, cosa que Pinyol no había hecho para que no
hubieses muerto los heridos que allá estaban y que los fascistas, de apoderarse
de la ermita habían asesinado. Lleó, que procedía de la Escuela de
Guerra de Valencia, sumariamente llamó a Pinyol y sin pensárselo dos veces, le
asesinó. Es José Carreras, su asistente, de Ullastrell, quien con todo
su dolor de su corazón el que tiene que enterrarlo en una tierra algo
encharcada, un “xaragall” cubriéndole con piedras Mientras lleva cabo
esta triste misión Carreres intenta recoger algunas pertenencias de Pinyol y
Lleó se lo prohíbe incluso que, inocentemente, se haga cargo de sus cartas que
seguían llegando de Barcelona, de su familia de su novia, a la que, cuando le
escribía colocaba su foto sobre una piedra, y así le hacia el efecto de que
“hablaba con ella” este buen hombre, Ramón Pinyol electricista del barrio de
Sants.
Luis Hernáiz Gracia. Combates cercanos a la ermita del Cid, del
paso de una escuadrilla de aviones republicanos, de su estada en dicha ermita y
en las condiciones que la encontraron (9)
(...) Amanece con un día espléndido y, como en la chabola se está bien y
no dan orden de preparar, después de haber desayunado y cogido el rancho en
frío, nos volvemos a acostar, y mis compañeros de chabola, Pavía y Cristóbal,
duermen buen rato. El viento sigue, pero con menos intensidad y tenemos gran
confianza en que el día siga bueno.
Una de las cuadras que hace mención el soldado
Luis Hernáiz Gracia |
Al cabo de un rato nos mandan formar, pues un momento
antes ha venido la aviación para proteger el avance, y han descargado (unos 15
aparatos), y poco a poco vamos saliendo con algún descanso. Viene otra vez
aviación ligera (6 aparatos y ametrallan) las posiciones, y aprovechando la
coincidencia y protegidos por una tapia, nos vamos deslizando poco a poco y el
"chis-pun" [un famoso cañón ruso 12,40] nos tira bastante. Vamos
andando un largo trecho y la misma arma nos sigue tirando al mismo tiempo que
suenan algunos "pacos" [francotiradores]. Ya subimos a una ladera
donde nos sentamos, pero aún no han transcurrido unos 15 minutos cuando
aparecen al pie de unos 50 aviones rojos. En verdad, lo que pasamos no se puede
describir, pues pasamos un trance de verdadera angustia. Tenemos suerte, la
aviación ha pasado por encima de nosotros, pero ni descarga ni ametralla.
Solamente a una batería anti aérea que estaba cerca del pueblo, descarga un
chorro de bombas uno de ellos, y nosotros, con gran placer los vemos
desaparecer de encima. Al cabo de un buen rato viene la nuestra: unos 15
o 20 trimotores, acompañados de lo menos 30 cazas y bombardean con eficacia, y
nosotros salimos de donde nos hallábamos, pasando por un raso y que solamente
hay un corro de terreno que nos baten con fuego de fusilería, hasta que nos
adentramos en un barranco, y subimos a una casa de sólida construcción, y el
"chis-pun" comienza a tirarnos y particularmente a unos acemileros
que ve, y a la fuerza que pasa en hilera y tira con insistencia, y que a
nosotros nos pone en gran apuro, pero como la casa resiste; a pesar de que le
da a alguno, no hay cuidado. También sobre la casa, chasquean las balas, y es
todo un canto de castañuelas, pues según oídas, los rojos tienen mala retirada
y se esfuerzan allí.
El día transcurre con suerte, pues ha habido pocas
bajas, y nosotros tan solo hemos tenido la del cabo Joaquín de Costa, con una
picada en la cabeza. En este día se acerca a nosotros otra Agrupación que nos
ha de servir de mucho alivio. La casa antes citada es una ermita-convento, con
una capilla magnífica llamada la Ermita del Cid, destrozada, y lo demás, en muy
malas condiciones, tanto las salas como las cuadras.
Por la noche, se ve
mucho movimiento de camiones y no sabemos si han venido a traer refuerzo o a
evacuar, y lo hacen con mucho descaro”.
Javier Nagore Yárnoz. La cueva de
la Bonifacia, la ermita del Cid y el derribo de un avión republicano de “La
Gloriosa” (10)
(…) Del 6 al 10 de mayo llovió muchísimo. Apenas se pudo operar,
aunque se cortó la carretera de Cinctorres a Castellfort y se ocuparon (VII de
la Legión) Portell de Morella y la cota 1.236, así como (Tercio de Montejurra)
el “Mas sin nombre” y la Ermita del Cid (8º de América). El día 10, ya
de alta, me incorporé a Pérez Salas por la tarde, pasado Portell, en una casita
de les afueras de Iglesuela del Cid. Pasamos unos partes a las Banderas de la
Legión, que operaban juntas, y alcanzan el Vértice Barragán, cogiendo más de
100 prisioneros y muchos cadáveres en la cima. Ahora la aviación roja ametralla
la carretera donde estamos. Recibimos el siguiente parte: “Chori gorria –
esquerrik datosela Cueva Bonifacia ocupat será – goya sela.” Así nos suena la
lectura del precedente texto en vascuence, hecha por un perito eibarrés, enlace
de Pérez Salas. Y así quedó en mi libro de partes de la R-12. La traducción,
aceptada por los muchos entendidos – en el Montejurra dos compañías eran de
vascos- dijo así: “Derribado “pájaro rojo” y ocupada la Cueva Bonifacia.” En
efecto vimos caer un avión y, ciertamente, se tomó la dichosa Cueva Bonifacia.
El 12, ocupada la Cueva Bonifacia, se tomó así mismo la Ermita del Cid; y el
13, en cambio, no se pudieron tomar unos vértices que dieron mucha “guerra”.
Epilogo.
"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio"
Cicerón
Enrique Ros Tarragona, sanitario de
la 132 Brigada Mixta, al perder el contacto con su unidad es repescado por la
70 Brigada Mixta y se convierte en testigo presencial y directo del trágico
final de los heridos refugiados en la Ermita del Cid. Enrique
Ros será hecho prisionero dos días más tarde y sobrevivirá a los campos de
concentración.
Ambos excombatientes se volverán a encontrar años más tarde y
compartirán sus experiencias. Así es como Antonio Roig conocerá el destino
final de los heridos de la Ermita del Cid y del Teniente Ramón Pinyol Saurent.
Las fuentes orales aseguran, por una parte, que, donde empieza el camino
que lleva hasta el yacimiento arqueológico fueron depositados los cuerpos de
los combatientes; y recientemente, otra fuente afirma que pueden ser 7 u 8 los
cuerpos de los soldados enterrados en esta fosa. En julio de 2020 (uno de los
autores de este artículo) encontró depositados, en una pared de margen en la
parte posterior de la ermita, los restos de unos huesos blanquecinos por el
paso de los años. Las fotografías tomadas fueron enviadas a dos expertos en la
recuperación de fosas: una licenciada en medicina forense, que asegura que son restos
humanos y un antropólogo, que afirma que son de animal. Pero tales afirmaciones
tenían que ser contrastadas con la observación directa. Los restos fueron
dejados en el mismo lugar donde se encontraron. Se hace patente la necesidad de
una investigación en profundidad para la localización de la fosa.
También el acervo oral de La Iglesuela nos habla de la existencia de un comandante
republicano que se suicida en “El Tinte”. Este no sería otro sino el teniente
Ramón Pinyol que, para evitar las represalias a los heridos refugiados en la
Ermita en caso de plantear batalla, se retiró y fue sumariamente ajusticiado y
enterrado en el mismo lugar de su ejecución.
Si hacemos caso a Antonio Roig Forn, en la Ermita del Cid hubo un asesinato,
un crimen de guerra, un delito de lesa humanidad, y este fue perpetrado por
unos combatientes que llevaban el Santo Cristo como estandarte. La fosa de la
Ermita del Cid existe.
El Maestrazgo es una tierra dura y hermosa, hecha de roca madre a flor de
piel donde perdura el silencio atronador del siglo XX.
Marzo
de 2022
Artículo publicado en PEIRÓN. Revista del CEMAT (Centro de estudios del Maesztrazgo turolense), junio 2022. Número 31.
Notas a pie de página
1. Se desconoce el número exacto de efectivos militares del bando
sublevado que operaron en este frente de batalla, sin embargo, los expertos
estiman unas cifras de 85.000 a 115.000 soldados, pertenecientes a los Cuerpos
de Ejército de Galicia, de Castilla y al Destacamento de Enlace. Este último
fue el encargado de ser punta de lanza en la conquista de esta zona del
Maestrazgo. Estaba compuesto por la 1ª División de Navarra: 5ª y 7ª Bandera de
la Legión; las fuerzas del GFRI (Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas) con 1ª
Tabor Tetuán, 7ª Tabor Larache nº 4, 1ª Tabor Ceuta nº 3 y 7ª Tabor Alhucemas
nº 5; 2ª Bandera FET Castilla; 2ª y
5ª Bandera FET Navarra; 8º Bon. Regimiento
América nº 23; Tercio de Requetés de Montejurra y de Lácar y la IIª Brigada de
la 61 División: 4ª Bandera FET de Navarra; 1º, 3º y 7º Bon. de Montaña Arapiles
nº 7; Tercio de Requetés Ntra. Sra. del Camino y de Ntra. Sra. de Begoña y 3º y
138º Bon. Regimiento San Marcial nº 22. Más una Cía. de Carros ligeros y 2
grupos de artillería y una batería.
2. En la defensa de este trozo de terreno de la República se siguió la
estrategia marcada por el General Vicente Rojo consistente en crear líneas de
defensa en profundidad y concentrar los escasos recursos en núcleos de
resistencia fortificados. Este sector del frente fue defendido por unos
10.000 hombres, pertenecientes a las Brigadas Mixtas 70, 83, 98, 116 y 132.
Todas estas unidades venían ya muy mermadas de efectivos en las fechas de
nuestro relato.
3. Con fecha de 1 de abril de 1938 una circular del Comisariado General de
Guerra y firmado por Crescencio Bilbao, comenta que: (…) Espero pues camaradas Comisarios de Ejército que realizando por una
parte una labor intensa de propaganda para elevar la moral de los mandos y
combatientes, al mismo tiempo tomando todas las medidas necesarias para
asegurar el cumplimiento de las órdenes superiores evitéis la perdida de
posiciones y la desmoralización. La desmoralización es muy fácil de cortar en
su comienzo, pero muy difícil cuando ha tomado un volumen considerable.
Circular enviada al comisariado de la 70 Brigada Mixta. Archivo General Militar
de Ávila AGMAV-C1046-11.
4. El joven José
Carreras es nacido en la población de Ullastrell, en Barcelona y 2019 se hicieron gestiones ante el ayuntamiento para poder localizar
algún familiar próximo a José, con un resultado infructuoso.
5. Aunque está documentado, tanto por los partes de operaciones del ejército
sublevado como por las memorias de Luis Hernáiz, que el Tercio de Lacar ocupó
el día 10 de mayo del 38 la Ermita del Cid; cabe la posibilidad de que fueran militares
del 8º Batallón del Regimiento América nº 23 (regimiento encuadrado en las
llamadas Brigadas Navarras) quienes perpetraran el asesinato de los heridos y
refugiados en la Ermita del Cid, ya que, aunque no hay constancia documental
que los sitúe ese día en la Ermita del Cid, si sabemos que operaban cerca y
llegaron hasta la Cueva de la Bonifacia. Está documentado que soldados de esta unidad
protagonizaron, el 26 de octubre de 1937, la violación y asesinato del personal
sanitario del Hospital Psiquiátrico de La Calellada (Santander) en su avance
hacia Oviedo. (...) los soldados obligaron al personal del centro
a organizar una fiesta con baile al que tenían que asistir obligatoriamente
todas las enfermeras. Después de la cena, los soldados comenzaron a violar a
las mujeres indiscriminadamente. Al oír los gritos, un capellán castrense
apareció para ver qué estaba pasando pero para sorpresa de las enfermeras se
limitó a dar la absolución a los militares y a animarles a hacer lo que tienen
que hacer (...).
http://www.sc.ehu.es/scrwwwsr/Medicina-Legal/valdedios/valdedio.htm.
7. Mi trágica Guerra
Civil. A los 65 años de haber terminado la guerra. Antonio Roig Forn. (pág.
58-59) Málaga, abril 2004. Diario mecanografiado y se encuentra depositado en la Biblioteca Municipal de
la Roca del Vallès. https://www.bibliolaroca.cat/.
8. Ibídem, p.
59-60
9. Memorias de mi Padre. Guerra Civil Española
(1937-1938). (Pàg.49-51). Editado por su hijo Víctor Hernáiz Grijalba. Barcelona 2012. Luis era
un joven de La Rioja que estuvo luchando en la Campaña del Norte con el Tercio
de San Fermín, 4ª Compañía y cuando fue disuelta paso a llamarse Tercio de
Lacar. Justo poco antes de entrar de nuevo en el Frente de Guadalajara en
diciembre de 1937.
10. En
la primera de Navarra. Memorias de un voluntario navarro en Radio Requeté de
Campaña. Javier Nagore
Yárnoz. (pág. 131-132). Los hechos descritos no suceden en las fechas indicadas
por el autor, existiendo entre estas y las reales, a veces, hasta un día de
diferencia.
Bibliografía y fuentes de informació
- Parte de Operaciones. Comisariado. AGMAV.C.1046.10. LXX Brigada Mixta.
- Diario de Operaciones del 3r Batallón de Palencia y 5ª Bandera de Navarra de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Imp. Aldecoa. Burgos. 1939.
- Diario de operaciones. Primera División de Navarra. Mayo de 1938. AGMAV.C.2668,18.
- Diario de operaciones. 108 División. Estado Mayor. AGMAV-C1873.3.
- CERDÀ, Jacint. Recolipació bibliográfica i transcripcions de Portell. https://portell.com.es/histo_sXXc1938.htm.
- DE GAULE, Jacques. La batalla del Ebro 1938. Círculo de Amigos de la Historia. El Escorial. 1972.
- Escalafón de Oficiales de Infantería en campaña. https://www.combatientes.es/.
- MALLENCH SANZ, Carlos y VICENTE MARCO, Blas. Objetivo: Levante. Actuaciones de bombardeo y reconocimiento aéreo entre abril y julio de 1938. Muñoz Moya Editores. Sarrión. 2017.
- MARTÍNEZ BANDE, José (Servicio Histórico Militar). La ofensiva sobre Valencia. Librería Editorial San Martín. 1977.
- MONFERRER I GUARDIOLA, Josep. Violències i penitències. Una crònica al voltant de la guerra civil a Vilafranca -Els Ports. Publicacions de l’Ajuntament de Vilafranca. 2008.
- NAGORE YÁRNOZ, Javier. En la primera de Navarra. Memorias de un voluntario navarro en Radio Requeté de Campaña. Ediciones Dyrsa. Madrid. 1986.
- PUIG IZQUIERDO, Fidel Alejo. Por el Alto Maestrazgo. San Miguel de la Puebla. Imprenta Cometa. Zaragoza. 2001.
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