diumenge, 25 de juny del 2017

NO SÉ CAMBIAR DE MARCHAS



Cuando las bicicletas de paseo no tenían 
 
Fotografías de www.todocoleccion
 Aprendí a ir en bicicleta entre finales de los 60 y principios de los años 70 en Mirambel, Maestrazgo Turolense. Fue en verano, durante las vacaciones escolares.

Durante todo el año en casa, yo con mis hermanos hacíamos “guardiola”, es decir, recoger dinero de la venda de botellas de champán (la denominación de cava no existía), de papel de periódico y cartones que nos facilitaban vecinos de la finca donde vivíamos. También recogíamos los aguinaldos que sacábamos de recitar “nadales” durante las comidas navideñas.

Y cuando se acercaba el final del curso escolar, agrupábamos el dinero de la hucha y con una “subvención” de los progenitores adquiríamos una bicicleta para algún miembro menor de edad de la unidad familiar.

Ese verano me tocó a mí, al mediado, siendo así una bicicleta Orbea.

La bicicleta en cuestión era muy parecida al modelo de la fotografía, todavía la conservo en mejores condiciones que la mostrada. Sin cambios de marchas, ni plato ni piñones y subías por los “planos inclinados”  a base de un buen bocadillo de longaniza, de sobrasada o de bollo que habían horneado aquella misma tarde. En definitiva… a “fuerza bruta”.

Esta mañana he salido a pasear un rato por el parque que tenemos cerca de casa. Hacía mucho tiempo que no usaba la bicicleta y como consecuencia no me acordaba de cómo hacer servir la relación de plato y piñón, según en que “plano” te encuentres. Después de varios intentos y no salirme con el cambio de marchas… he acabado por utilizar “la fuerza bruta” para llegar a casa. Sin bocadillo de longaniza, de sobrasada o un bollo… un café con leche mojando cuatro galletas.
 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada