diumenge, 29 de desembre del 2019

CARNE BRASILEÑA EN EL MAESTRAZGO



Nos trasladamos al siglo XVII y a la necesidad imperiosa de facilitar a los ejércitos europeos de una alimentación suficiente para las necesidades de la guerra, sin tener que estar supeditados a la rapiña alimentaria de la zona en disputa y que se saliera de los procedimientos tradicionales de conservación de carnes y pescados mediante la salazón. Así se podría aumentar la dieta de los soldados de una manera rápida y eficiente. Igualmente, la marinería saldría beneficiada. La alta caducidad, el mal sabor o los perjuicios en la salud de los alimentos depositados en las bodegas de los veleros, cambiaria sustancialmente. Así de podría emprender nuevos proyectos comerciales y largas travesías oceánicas.

En torno a 1795, el confitero francés Nicolás Appert ideó un procedimiento para la conservación de alimentos de larga duración, consistente en la colocación de estos en tarros de cristal cerrados herméticamente y hervidos durante cierto tiempo (hervir al baño María). Y creo una empresa que suministraba tarros a la marina francesa.

Siendo otro francés, Philippe de Girard, quien innovó la conserva alimenticia gracias a la introducción de la hojalata (láminas de hierro con un baño en estaño) como recipiente contenedor, desplazando al envase de vidrio. El empresario inglés Peter Durand fue quien las puso en el mercado para ser consumidas por la población en general.

Del siglo XVII al siglo XX, haciendo un salto en el tiempo, nos situamos a primeros de mayo 1938, en la que unos soldados del ejército republicano, de la 98 Brigada Mixta, se alimentaron del contenido cárnico de una conserva fabricada y enlatada en Brasil. Se encontraban en la Peña del Morrón, por encima de La Iglesuela, en el Maestrazgo turolense, defendiendo la carretera que unen Cantavieja, con esta población, Vilafranca y el cruce hacia Mosqueruela.

La lata fue recuperada junto a una vaina de Mosin con el cuello deformado, al ser utilizado su interior para encender una hoguera y calentarse de una primavera especialmente fría y lluviosa.

Las siglas S.I.F es la abreviatura de Serviço de Inspeção Federal. Si tenemos presente que la industria conservera portuguesa cuña las latas siguiendo un censo de empresas (fueron los colonizadores de Brasil) el número 10 podría tratarse de la empresa Sadia S.A. Con su primer fabrica en 1934 en la ciudad de Videira, en el estado de Santa Catarina, al sur de la República Federativa de Brasil.

El Maestrazgo, tierra de contrastes, vínculo de unión entre dos Repúblicas.

La Iglesuela desde la Peña del Morrón