dimecres, 17 de juliol del 2019

ENTRE GUDAR Y EL MAESTRAZGO


La guerra civil 1936-1939 dejo en el país heridas físicas y psicológicas entre quien la vivió. Como dejó cicatrices en los campos de batalla.

En un vértice situado entre estas dos comarcas se puede apreciar la huella de la guerra en forma de trincheras. Los hombres las construyeron para defenderse y protegerse de todo aquello que les enviaban los atacantes en forma de balas, de granadas, de bombas y de obuses.

Recorrer este lugar te transporta a 81 años atrás, a la primavera de 1938 y al sustento del soldado. Los restos de una lata, de la tapa de una lata de sardinas en escabeche fabricada por la empresa conservera Gándara y Haz situada en el barrio de Guixar de Vigo. Que próximamente volverá a su tierra de origen, al Museo Massó de Beau, para ser expuesta junto con otras más.

La Guerra Civil trajo a Gándara y Haz, como a todas las empresas del sector, beneficios en corto plazo e hipotecas en el largo, pero además en su caso, forzó cambios en la dirección de la empresa. Ángel de la Gándara Cividanes era un empresario de mentalidad socialmente progresista y próximo personalmente a algunos políticos del Frente Popular, en especial al que había sido primer alcalde republicano de Vigo, Enrique Blein Budiño, por lo que ante la detención de este último y por consejo de su yerno, el empresario compostelano Ricardo Bescansa, optó por abandonar Vigo en los días siguientes a la sublevación militar1.

La década de 1940 sería para la fábrica que Gándara y Haz tenían en Guixar una época negra. Para una empresa acostumbrada a exportar la mayor parte de su producción, la política de cupos y el control de los cambios significaba una enorme losa. Con las divisas producto de las exportaciones intervenidas por las autoridades monetarias franquistas y convertidas en pesetas a cambios rayanos en lo ridículo, la exportación, que era el único mercado en el que los precios finales de la conserva no estaban tasados y la única forma de conseguir recursos para importar hojalata y maquinaria, se convertía en ruinosa. Gándara y Haz, como Curbera o como Massó, las grandes del sector, tuvo que reorientarse al mercadoespañol, en el que se volcaban ahora no sólo los fabricantes anteriores a la guerra sino todos los recién llegados al calor de la demanda que esta había provocado. La existencia de un régimen de cupos en el que participaban los nuevos entrantes obligaba a las empresas grandes a comprar los de hojalata y aceite a estos últimos simplemente para poder mantener los niveles de producción. A los problemas administrativos creados por el régimen político se unió pronto la falta de sardina que se produce en las rías a partir de 1945 y que se extiende también algo más tarde al litoral portugués2.

Si nos acercamos podremos observar las cicatrices de la guerra, la metralla esparcida por sus laderas y la presencia de los soldados.

El Maestrazgo, donde el silencio habla y los objetos nos dicen cosas.

1 – 2 Las familias de la Conserva. El sector de las conservas de pescado a través de sus sagas familiares. Capítulo: Espejo del esplendor y abandono del Barrio Guixar, Xoán Carmona Badía (pág. 437 y 440).