diumenge, 10 de gener del 2016

FRANCISCO BUJ PASTOR

Incorporación del quinto Francisco Buj, al frente extremeño desde Alcañiz (Teruel), junio de 1937

Publicado el  por Fernando Barrero Arzac -  fbarreroarzac.wordpress.com - Fotografías de Paco Buj (hijo) y de Fernando Barrero


Esta pequeña historia de un soldado de las quintas que presentamos, engarzará con la primera acción de armas en la que se vio involucrada la 109ª Brigada Mixta sobre los campos extremeños y que ya hemos narrado en días anteriores. Además nos mostrará el recorrido que debían atravesar los soldados republicanos que se incorporaban al frente desde las poblaciones donde les concentraban, en este caso, desde Alcañiz (Teruel).

Las vicisitudes que conducen esta corta introducción, son los hechos narrados en las memorias inéditas del escribiente de las compañías del 436 Bon, el turolense de Mirambel Francisco Buj Pastor[1]. Sus descripciones van a llenar de dramática plasticidad los sucesos reales trasladados a este espacio. Era maestro en Allepuz (Teruel), otro pueblo próximo a su lugar de origen.


Francisco Buj Pastor, escribiente de las compañías del 436º Batallón.
Y a pesar de que a Francisco en julio de 1936 hacía seis meses que le habían licenciado como escribiente de la unidad de Pontoneros de Zaragoza, en la primavera de 1937 le conminan a presentarse nuevamente en la Caja de reclutas de Alcañiz (Teruel); allí por lo visto, algunos miembros de una columna de la CNT-FAI intentan integrarlo en sus milicias junto a otros nuevos soldados, pero escudándose en que “el llamamiento del Gobierno es tajante y a él nos debemos” es incluido en la lista de embarque que en la orden se le había designado, para dirigirse a la unidad que le había correspondido junto con tres combatientes más.

Se trasladan en tren hasta Alcázar de San Juan (Ciudad Real), y cuando llegan coinciden con bombardeos sobre los depósitos de CAMPSA de la ciudad. Continúan su viaje y por fín llegan a Extremadura y, en la Comandancia de Cabeza de Buey (Badajoz), les dicen que su brigada ya está actuando en el frente. Durante su estancia coinciden con un nuevo bombardeo de aviones Junkers enemigos en el pueblo. Desde el mismo, otra vez en tren, llegan hasta Quintana de la Serena (Badajoz). Se presentan en el ayuntamiento para recibir su alojamiento. Francisco tiene dañado un pie que le imposibilita hasta para poder caminar, es curado, y se repone durante tres días en casa de la familia donde reside. En cuanto estuvo mejor, anduvo solo en dirección a su destino.

Cuando a mediados de junio de 1937 “aprieta ya el calor de la mañana por estos lares”[2], tiene conocimiento de que una ambulancia parte hacia Higuera de la Serena (Badajoz) con heridos, y pregunta a dónde los llevan, y si pertenecen a su brigada; le indican que “son de la 63ª B.M. La tuya está más a la derecha de la sierra”, le responden. A la derecha de la dirección Quintana de la Serena-Higuera de la Serena se encuentra la población de Zalamea de la Serena. Oye hablar acerca de morterazos, artillería y tableteo de ametralladoras en la zona donde se tiene que presentar. “Un comisario me indica que las compañías en depósito adonde me dirijo están en un vivac cerca de la carretera, como a dos leguas”[3]. Le insta a presentarse urgentemente, y Francisco aún no restablecido del todo, cruza trigales, toma atajos… hasta que llega a su destino. Allí se encuentra bajo unas encinas con soldados anarquistas, y a uno que duerme, lo despierta y le pregunta:”-¿Sois de las compañías en Depósito? -Sí, contesta malhumorado”. Resulta ser un primo suyo llamado Esteban Albero, de Villalba (Teruel). Este, además, le dice:
“- Mira, Paco; aquí somos todos de Aragón. Hay quintos de Cuevas Labradas, Tortajada, Caspe, Alcañiz y de muchos pueblos más”.

Había llegado a su puesto en el frente, “nuestras compañías en Depósito, de la 109ª B.M.”. La brigada tenía acondicionado un vivac donde reunía a los nuevos reclutas para ejercitarles, durante una temporada, en la instrucción militar. Para este cometido eran destinados también jefes y oficiales que se encargaban de formarlos. Así por ejemplo el día 9 de junio, marchaba desde el pueblo de Mengabril (Badajoz), donde se encontraba de guarnición el 433º Bon, el teniente de la 4ª Cia, Ernesto Gomar Cairols, a la Plana Mayor de la Brigada en Zalamea de la Serena como instructor. Y el día 28 de junio, el mayor jefe del 436º Bon, Roberto Cereceda, después de los combates durante los días anteriores en la Sierra de los Argallanes, cerca de Higuera de la Serena, cesa al mando del mismo, que se encontraba en Malpartida de la Serena, para marcharse y ocupar el puesto como Inspector de reclutas, en el mismo vivac de Zalamea de la Serena, ya que, como le había indicado el comisario a Francisco Buj, precisamente, dicha población, se encontraba a dos leguas, y, además, anteriormente, entre los días 4 y 10 de junio, ya había estado vivaqueando con su unidad el mayor Cereceda.

Puesto de mando del 426 batallón de la 109 BM. Francisco Buj sentado delante de una máquina de escribir. El hombre más alto, con chaqueta oscura, Pedro Pérez Cano, sargento del Ejército Popular (fotografía de Luis Pérez Gallego)
Primera escaramuza
Poco después de su llegada a la compañía de Depósito, ese mismo día:
“Se hizo la hora de la comida. No pudieron darnos plato ni cuchara; muchos estábamos sin ello, temporalmente. Un trozo de cántaro, tirado al lado de una alberca próxima, hizo las veces para albergar un cazazo de arroz compacto. ¿La cuchara? El  amigo Marcos, de Cuevas Labradas, me fabricó una en un santiamén, de la corteza de la encina, a punta de su navaja, que compró en la estación de Albacete, dijo, pa lo que sea menester.
Buenísima la carne asada; aunque dura, dimos buena cuenta de ella; no quedó otra tanta para cenar.
– El ganáu d´aquí no es como el de nuestra tierra, se excusó Marcos. Además, sólo nos quiso vender el pastor una modorra.
Yo pensaba en el amigo miedoso. No le preocupaba ya nada.
Se hizo la hora de la instrucción. El sargento Gabaldón, de Cieza él, me incorporó a la formación; malditas las ganas que yo tenía de hacerla; el pie aún me dolía algo.

-¡¡Cuerpo a tierra!! Un caza ametrallando el vivac me recordó con más clarividencia al amigo caído para siempre y, arrastrándome hasta la encina próxima, esquivé, durante el cuarto de hora que duró su heroica misión, esquivé las ráfagas colocándome de pie detrás del árbol y dando vueltas a su tronco, al abrigo de las balas. ¡¡Buena instrucción!!”[4].

Esta acción de guerra con la que se encuentra nada más llegar al vivac, se circunscribe en la serie de combates que han sido descritos en los posts anteriores, y que tuvieron lugar en la Sierra de los Argallanes y, por lo tanto, el recluta Francisco tuvo que llegar al vivac después del día 12 de junio pero antes del 20, cuando ya habían acabado los combates.

[1] Buj Pastor, Francisco. Memorias de la Guerra Civil (1936-1939). Terrassa, 1980. Inédita. El acceso a largos párrafos de las mismas ha sido posible gracias a la labor de su hijo Francisco Buj Vallés, al cual agradecemos la labor de búsqueda de los datos que llenan este trabajo.
[2] Buj Pastor, Francisco. Memorias de la Guerra Civil (1936-1939). Terrassa, 1980; p.8.
[3] Buj Pastor, Francisco. Memorias de la Guerra Civil (1936-1939). Terrassa, 1980.
[4] Buj Pastor, Francisco. Memorias de la Guerra Civil (1936-1939). Terrassa, 1980; p. 10.

Francisco Buj (soldado sentado). Fue el escribiente del 426 batallón de la 109 Brigada Mixta. A su derecha con un maletín debajo del brazo Andrés Barrero, comisario delegado (abuelo de Fernando Barrero Arzac), autor de este artículo.