divendres, 21 d’abril del 2017

VEINTICUATRO HORAS PARA MORIR

La Batalla de Teruel explicada por un combatiente. De Sebastián Pelegrí Alegret


Nació el 7 de febrero de 1916 en Martorell (Barcelona). Estudió en colegios religiosos de Zaragoza, Tarragona y Reus, ciudades donde su padre, ferroviario, estaba destinado. A los 14 años empezó a trabajar en una cooperativa obrera, de una importante industria del cemento, experimentando en carne propia las luchas sociales de aquellos tiempos. Antes de cumplir los 20 años ya había publicado varias novelitas cortas.

Iniciada la guerra civil, a principio de 1937 se incorporó al frente de Teruel, y vivió las vicisitudes del asedio a dicha ciudad, que plasmó en una breve narración “El día que se rindió el Seminario de Teruel”, premiada en un concurso de “Historia y Vida”. Quedó atrapado en el puerto de Alicante, como tantos miles de soldados del Ejército Popular de la República. Era teniente de la XXII Brigada Mixta de Carabineros. Es posible que fuera trasladado al campo de concentración de Albatera y posteriormente a diferentes centros de internamiento y reclusión.

Unos años después emigra a América Central, pasando a dirigir un negocio en el Salvador. En septiembre de 1959 formó parte de una expedición para escalar el volcán Izalco (El Salvador), consiguiendo el primer descenso a su cráter. Volvió a Barcelona en donde se estableció.

Escritor autodidacta, a parte de esta obra y “El día que se rindió el Seminario de Teruel” tiene publicadas “Tres días de marzo, tres días de abril” en donde narra los últimos días de la guerra, esta termina y empieza la represión, “Gris” historia de una fábrica de cemento y “El destino nunca pide perdón” odisea de unos colonos franceses en Argelia, poco antes de su independencia.

GRATITUDA todos cuantos, dando su nombre o en forma anónimas, me ayudaron en la confección de este libro, a tratar de aclarar interrogantes de nuestra guerra civil, que me ha tenido ocupado parcialmente durante diez largos años.
Todas mis vivencias en este libro no han sido producto de la memoria ni de los recuerdos, sino de una libreta que empecé a mediados de 1937, titulada “Memorias de guerra. Esta libreta la pude recuperar cuando volví de América, después de trabajar bastantes años en El Salvador.

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