Incorporación del
quinto Francisco Buj, al frente extremeño desde Alcañiz (Teruel), junio de 1937
24 junio, 2015 por de Paco Buj (hijo) y de
Fernando Barrero
Esta pequeña historia de un soldado de las
quintas que presentamos, engarzará con la primera acción de armas en la que se vio
involucrada la 109ª Brigada Mixta sobre los campos extremeños y que ya hemos
narrado en días anteriores. Además nos mostrará el recorrido que debían
atravesar los soldados republicanos que se incorporaban al frente desde las
poblaciones donde les concentraban, en este caso, desde Alcañiz (Teruel).
Las vicisitudes que conducen esta corta
introducción, son los hechos narrados en las memorias inéditas del escribiente
de las compañías del 436 Bon, el turolense
de Mirambel Francisco Buj Pastor[1].
Sus descripciones van a llenar de dramática plasticidad los sucesos reales trasladados
a este espacio. Era maestro en Allepuz (Teruel), otro pueblo próximo a su lugar
de origen.
Francisco
Buj Pastor, escribiente de las compañías del 436º Batallón.
Y a pesar de que a Francisco en julio de
1936 hacía seis meses que le habían licenciado como escribiente de la unidad de
Pontoneros de Zaragoza, en la primavera de 1937 le conminan a presentarse
nuevamente en la Caja de reclutas de Alcañiz (Teruel); allí por lo visto,
algunos miembros de una columna de la CNT-FAI intentan integrarlo en sus
milicias junto a otros nuevos soldados, pero escudándose en que “el llamamiento
del Gobierno es tajante y a él nos debemos” es incluido en la lista de embarque
que en la orden se le había designado, para dirigirse a la unidad que le había
correspondido junto con tres combatientes más.
Se trasladan en tren hasta Alcázar de San
Juan (Ciudad Real), y cuando llegan coinciden con bombardeos sobre los
depósitos de CAMPSA de la ciudad. Continúan su viaje y por fín llegan a
Extremadura y, en la Comandancia de Cabeza de Buey (Badajoz), les dicen que su
brigada ya está actuando en el frente. Durante su estancia coinciden con un
nuevo bombardeo de aviones Junkers enemigos en el pueblo. Desde el mismo, otra
vez en tren, llegan hasta Quintana de la Serena (Badajoz). Se presentan en el
ayuntamiento para recibir su alojamiento. Francisco tiene dañado un pie que le
imposibilita hasta para poder caminar, es curado, y se repone durante tres días
en casa de la familia donde reside. En cuanto estuvo mejor, anduvo solo en
dirección a su destino.
Cuando a mediados de junio de 1937 “aprieta
ya el calor de la mañana por estos lares”[2],
tiene conocimiento de que una ambulancia parte hacia Higuera de la Serena
(Badajoz) con heridos, y pregunta a dónde los llevan, y si pertenecen a su brigada;
le indican que “son de la 63ª B.M. La tuya está más a la derecha de la sierra”,
le responden. A la derecha de la dirección Quintana de la Serena-Higuera de la
Serena se encuentra la población de Zalamea de la Serena. Oye hablar acerca de
morterazos, artillería y tableteo de ametralladoras en la zona donde se tiene
que presentar. “Un comisario me indica que las compañías
en depósito adonde me dirijo están en un vivac cerca de la carretera, como a dos
leguas”[3].
Le insta a presentarse urgentemente, y Francisco aún no restablecido del todo,
cruza trigales, toma atajos… hasta que llega a su destino. Allí se encuentra
bajo unas encinas con soldados anarquistas, y a uno que duerme, lo despierta y
le pregunta:”-¿Sois de las compañías en Depósito? -Sí, contesta malhumorado”.
Resulta ser un primo suyo llamado Esteban Albero, de Villalba (Teruel). Este,
además, le dice:
“- Mira, Paco; aquí somos todos de Aragón.
Hay quintos de Cuevas Labradas, Tortajada, Caspe, Alcañiz y de muchos pueblos
más”.
Había llegado a su puesto en el frente,
“nuestras compañías en Depósito, de la 109ª B.M.”. La brigada tenía
acondicionado un vivac donde reunía a los nuevos reclutas para ejercitarles,
durante una temporada, en la instrucción militar. Para este cometido eran
destinados también jefes y oficiales que se encargaban de formarlos. Así por
ejemplo el día 9 de junio, marchaba desde el pueblo de Mengabril (Badajoz),
donde se encontraba de guarnición el 433º Bon, el teniente de la 4ª Cia, Ernesto Gomar Cairols, a la Plana Mayor de la
Brigada en Zalamea de la Serena como instructor. Y el día 28 de junio, el mayor
jefe del 436º Bon, Roberto
Cereceda, después de los combates durante los días anteriores en la Sierra de
los Argallanes, cerca de Higuera de la Serena, cesa al mando del mismo, que se
encontraba en Malpartida de la Serena, para marcharse y ocupar el puesto como
Inspector de reclutas, en el mismo vivac de Zalamea de la Serena, ya que, como
le había indicado el comisario a Francisco Buj, precisamente, dicha población,
se encontraba a dos leguas, y, además, anteriormente, entre los días 4 y 10 de
junio, ya había estado vivaqueando con su unidad el mayor Cereceda.
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Puesto de mando del 426 batallón de la 109 BM. Francisco Buj sentado delante de una máquina de escribir. El hombre más alto, con chaqueta oscura, Pedro Pérez Cano, sargento del Ejército Popular (fotografía de Luis Pérez Gallego) |
Primera escaramuza
Poco después de su llegada a la compañía de
Depósito, ese mismo día:
“Se hizo la hora de la comida. No pudieron
darnos plato ni cuchara; muchos estábamos sin ello, temporalmente. Un trozo de
cántaro, tirado al lado de una alberca próxima, hizo las veces para albergar un
cazazo de arroz compacto. ¿La cuchara? El amigo Marcos,
de Cuevas Labradas, me fabricó una en un santiamén, de la corteza de la
encina, a punta de su navaja, que compró en la estación de Albacete, dijo, pa
lo que sea menester.
Buenísima la carne asada; aunque dura,
dimos buena cuenta de ella; no quedó otra tanta para cenar.
– El ganáu d´aquí no es como el de nuestra
tierra, se excusó Marcos. Además, sólo nos quiso vender el pastor una modorra.
Yo pensaba en el amigo miedoso. No le
preocupaba ya nada.
Se hizo la hora de la instrucción. El
sargento Gabaldón, de Cieza él, me incorporó a la formación; malditas las ganas
que yo tenía de hacerla; el pie aún me dolía algo.
-¡¡Cuerpo a tierra!! Un caza ametrallando
el vivac me recordó con más clarividencia al amigo caído para siempre y,
arrastrándome hasta la encina próxima, esquivé, durante el cuarto de hora que
duró su heroica misión,
esquivé las ráfagas colocándome de pie detrás del árbol y dando vueltas a su
tronco, al abrigo de las balas. ¡¡Buena instrucción!!”[4].
Esta acción de guerra con la que se
encuentra nada más llegar al vivac, se circunscribe en la serie de combates que
han sido descritos en los posts anteriores, y que tuvieron lugar en la Sierra
de los Argallanes y, por lo tanto, el recluta Francisco tuvo que llegar al
vivac después del día 12 de junio pero antes del 20, cuando ya habían acabado
los combates.
[1] Buj Pastor, Francisco. Memorias
de la Guerra Civil (1936-1939). Terrassa, 1980. Inédita. El acceso
a largos párrafos de las mismas ha sido posible gracias a la labor de su hijo
Francisco Buj Vallés, al cual agradecemos la labor de búsqueda de los datos que
llenan este trabajo.
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